¿Faltan trabajadores? – Si.
Me comentan unos lectores empresarios, que no encuentran trabajadores cualificados con las condiciones económicas y laborales que ofrecen, y, nuestra comprobación nos abre paso hacía una situación inédita para nuestro mercado de trabajo, así vemos:
“Que es un hecho, que por primera vez después de muchos años al revés, los trabajadores, si no todos, muchos pueden elegir si trabajar o no, o en que quieren trabajar, según ven, tienen posibilidades reales de obtener mejores condiciones de trabajo en todos los sentidos, empezando por un aumento de sus retribuciones; dicho de otra forma, están aumentado las ofertas de trabajo, pero siempre -unidas a compromisos de empleo individuales según cualificación profesional- y -la posible rentabilidad para la empresa que los contrata-”.
Lo dicho se explica ¿por qué? faltan trabajadores en determinados sectores y puestos de trabajo.
Por una vez, parece que la oferta de trabajo supera con claridad a la demanda de trabajadores, porque, los trabajadores han visto, que pueden superar en su contratación el “salario de reserva” y encontrar un empleo mejor en todas sus condiciones, así, que no están dispuestos a ocupar cualquier empleo que se les ofrezca si no completa sus aspiraciones.
Esta es una realidad impuesta por la nueva economía, los nuevos mercados laborales, el auge de los trabajos independientes y la libertad de contratación que se está imponiendo, pese a las tendencias regresivas de colectivizar los mercados de trabajo -y- acabar con la libertad de contratar como se quiera y con quien se quiera.
Hay ya una población importante de personas activas que no está dispuestas a trabajar en las condiciones actuales de precariedad, de manera, que la masa de trabajadores dispuesta entrar en cualquier empresa y en cualesquiera condiciones, se ha reducido a un mínimo negativo y escasea la mano de obra, porque los trabajadores ven que pueden exigir mejores condiciones de trabajo.
Aquí es, donde esta fallando estrepitosamente el Gobierno, porque solo mira en una dirección, habiendo abandonado unilateralmente toda posibilidad contraria, que no sea la suya. Los trabajadores, cualificados, rentables y competitivos que son muchos, no están dispuestos a desaparecer como individuos en una orgía colectiva de condiciones, que no son las suyas ni las que quieren, y, que, además, saben, que les perjudican a ellos en beneficio de algunas empresas y de otros trabajadores no productivos para la economía.
En otras palabras, los trabajadores han visto la oportunidad de mejorar sus condiciones generales de trabajo, y, no están dispuestos a abandonar el camino que saben que le conviene, lo diga el Gobierno coercitivo o las empresas abusivas, ya que, para ellos los dos son la misma cosa:-un enemigo a batir-.
Los rechazos y las renuncias a ciertos puestos de trabajo antes infrecuentes van en aumento, no siendo esas manifestaciones sino una muestra de la confianza en que el mercado de trabajo está renaciendo por una dirección insospechada para casi todos (Gobierno, sindicatos, empresas, patronales y demás instituciones implicadas).
Curiosamente, fuera del sistema tradicional siempre intervenido por el Gobierno de turno ha nacido una nueva realidad, que tiene sus propias reglas y normas de conducta, y, donde la iniciativa individual es la que se impone, lo que no implica que haya que cargarse todo lo demás, sino dejarlo que se desarrolle con libertad, evitando las legislaciones rígidas y faltas de flexibilidad. Las dos direcciones opuestas pueden coexistir en armonía, pero lo que no puede ser es que la colectivización impuesta acabe con la otra oportunidad de mejora de las condiciones de trabajo; es decir, con la iniciativa, la libertad y la productividad competitiva en cualquier mercado, que crea empleos de calidad y permanentes, haciendo que nazcan contratos indefinidos a jornada completa.
Solo una advertencia, lo expuesto no significa que el tremendo problema del paro esté remitiendo, sino que ha aparecido, casi por sorpresa, una nueva realidad que está señalando otro camino para reestructurar nuestro mercado de trabajo, que tiene plantadas sus raíces en conceptos orientados siempre hacia la uniformidad, la negociación colectiva y a una productividad en almoneda, que ni come ni deja comer, y, donde la permanencia en el puesto de trabajo no es un premio a la productividad, sino un embozo que impide, bajo una capa falsa de protección, al trabajador mejorar sus condiciones y a la empresa protegerse frente a un despido imposible por su cuantía, que viene esclerotizando las relaciones laborales en una espiral autodestructiva.
La realidad del mercado de trabajo en España era y es perversa, de forma, que no queda otra que adaptarse a las nuevas realidades del mercado de trabajo, así que, veamos algunas notas de nuestro mercado encajonado y contraído, que los nuevos mercados de trabajo tendrán que corregir o eliminar, así:
* El contrato laboral temporal y precario ha campado a sus respetos sin control normativo ni económico, de manera, que abundan los contratos de trabajo por horas, tanto en sector privado como en el sector público. (Si alguien duda de lo que digo, por ejemplo, que pregunten a los médicos sobre sus contrataciones en Hospitales Públicos en fines de semana, guardias, festivos y vacaciones).
* La incertidumbre y la inseguridad jurídica dominan el mercado de trabajo con todas sus consecuencias perversas, con una legislación intrincada generadora de pleitos continuos, y, con Juzgados de lo Social sobrecargados y en colapso permanente.
* El trabajo indefinido a jornada completa es un espejismo en las actuales condiciones.
* La precariedad es la moneda corriente, y, muchas condiciones de trabajo se sostienen en desequilibrio permanente, siendo menores los salarios y menores cotizaciones a la S. S. en proporción al PIB, con lo que todos perdemos y el sistema de la S. S. languidece, esperando inanes solo más impuestos para sufragar necesidades propias e impropias en un bucle interminable.
* Las empresas desconfían por miedo a los costes de las extinciones de los contratos y por temor a la híper-regulación, y, en vez de crear empleo, dividen el que hay entre varios trabajadores, simulando una bonanza inexistente.
En resumen, no queda otra, que adaptarse a una realidad competitiva, lo que implica que la normativa del Gobierno debe ser flexible, sin rigideces y adaptada a los nuevos mercados, mejorando todo lo que sea posible, pero sin ser un obstáculo a la competitividad, a la productividad y a la flexibilidad de los nuevos mercados y a sus tendencias productivas, posibilitando la creación de puestos de trabajo permanentes dentro de las empresas.
N.B. Se está viendo ya que faltan trabajadores cualificados, y, el llamado salario de reserva ya no es un blindaje útil ante la precariedad, porque hay nuevas oportunidades, esta resurgiendo la confianza y la libertad de contratación. En definitiva, esta naciendo un nuevo mundo laboral regido por la productividad, la competitividad y la libertad de contratación, donde las nuevas figuras de trabajo más libre están ocupado un lugar preponderante, lugar donde, además, se sitúan los trabajadores más productivos.
Parece que la oferta de trabajo puede superar a la demanda de trabajadores, porque, los trabajadores han comprendido, que pueden superar en su contratación el “salario de reserva” y encontrar un empleo mejor en todas sus condiciones, así, que no están dispuestos a ocupar cualquier empleo que se les ofrezca si no completa sus aspiraciones-
Lo anterior, no significa que disminuya el desempleo, sino que ha aparecido otro camino nuevo paralelo al anterior, aunque no opuesto sino complementario, donde será posible crear empleo estable y de calidad.
Córdoba, a 22 de septiembre de 2021
Fdo. Enrique García Montoya
Abogado ICA-Córdoba. Inspector de Trabajo y S. S.